Tomando el concepto de laboratiorio/laberinto del artista Constant, la secundaria Alberi se concibe como un andamiaje que sirve tan solo de soporte para que los alumnos, a través de ejercicios multidisciplinarios, vayan construyendo ellos mismos su contorno educativo. Los materiales de construcción han sido seleccionados para dar un aspecto industrial, materiales en crudo que permiten aproximar al edificio como un sistema en proceso, una estructura inconclusa que acepta futuras intervenciones. Así, la escuela no se concibe como un contenedor sino como una estructura de apoyo; no una escuela terminada sino una escuela en constante transformación, en donde cada intervención se vuelve un ejercicio espacial, constructivo, participativo y educativo.

La escuela se aproxima como una bodega industrial, con materiales en crudo y con espacios flexibles que permiten a los alumnos apropiarse de su propio espacio.

La fachada consiste de puertas de madera que permiten conectar la plataforma entera al paisaje, generando una relación fluida con el exterior.

La planta baja se mantiene como una plataforma abierta con mobiliario flexible que permite transformar el espacio en teatro, en auditorio, en salones informales, en cafetería, en oficinas informales…

Las oficinas administrativas se ubican en contenedores sobre ruedas, permitiendo que puedan ocupar distintas áreas de la plataforma abierta dependiendo de que otros eventos estén ocurriendo en ella.

Los salones formales se suspenden al centro de la bodega para generar múltiples alturas y diferentes relaciones visuales entre un espacio y otro.