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aprendiendo a inventarse - aprendiendo de Sophie Calle

Imagínense a una mujer que decide que en lunes solo comerá comida color roja, en martes solo comida color verde y en miércoles solo comida color amarilla. Esta misma mujer le manda cada año una prenda a un hombre que al verlo por primera y única vez pensó que era un hombre muy guapo pero que desafortunadamente vestía fatal. En ocasiones, ella se siente comprometida con vivir un día bajo el encanto de una letra, digamos la letra “a” y escoge al azar un concepto que comience con dicha letra - anarquía podría ser una opción y entonces por todo ese día bajo el encanto del concepto de anarquía se rebela a toda regla establecida por cualquier sistema. Al otro día simplemente abandona esa postura y toma la letra “b” como determinante de su actitud y sus acciones. Pensarían que estoy describiendo a una mujer absurdamente determinada que solo se le puede inventar como se inventa a un personaje excéntrico en la literatura. La mujer les debe sonar a ficción. Y es cierto, ella es un personaje llamado Maria en una novela llamada Leviathan de Paul Auster. Pero también es una mujer, una artista, de la vida real, llamada Sophie Calle.

Digamos que empezó con Paul Auster inspirándose en las acciones artísticas de Sophie Calle para generar el personaje de Maria. Auster tomó prestado algunas manías que la artista llevaba a cabo diariamente con la disciplina de un ritual como punto de partida, y de pronto, bajo la proeza del escritor, le asignó a su personaje otras manías más que la artista pudo haber incorporado fácilmente a su vida. Así es que cuando la artista Sophie Calle se enteró que Paul Auster había tomado acciones prestadas de su vida ella decidió tomar de vuelta esas otras acciones que el escritor le había aportado a su personaje. Como resultado la ficción y la realidad se veían mezcladas. Una inspiraba a la otra. La linea de distinción se iba difuminando. Sophie Calle quiso seguir el juego y le pidió a Paul Auster que fuera el autor de sus próximas tareas. Auster se sintió demasiado responsable de determinar las acciones de otra persona. Él prefiere inventar personajes ficticios pero reconoce que la artista es una mujer absurdamente determinada y que fue esa misma determinación lo que inicialmente le atrajo de ella. Como compromiso, él le envía lo que llama Personal Instructions for SC on How to Improve Life in New York City. Si algo distingue a Sophie Calle, es que ella seguirá las reglas del juego. Ambos quedan comprometidos. El autor instruye a la artista a sonreír, a hablar con extraños, a cuidar a los indigentes comprándoles productos básicos como comida o cigarros. También da la instrucción de cultivar un sitio. Ella escoge una cabina telefónica. La limpia, la decora con un espejo y unas flores. Deja agua y un plátano para el que lo necesite. Amarra una silla al poste de la cabina para que la gente pueda sentarse. Pinta el piso en frente de la cabina de verde.

Paul Auster describe a Maria como una mujer que persigue obstinadamente ideas que la atrapan, no como piezas de arte sino como obsesiones que terminan determinando su vida. Su vida se conforma de caprichos que llevan a acciones que por su parte terminan convirtiéndose en hábitos. Tal cual, la descripción aplicaría a la artista Sophie Calle. Ella juega con todo rigor. Las tareas que se auto-designa las toma con toda seriedad. Sigue las reglas al pie de su propia letra. (No confundamos el intercambio con Paul Auster como una colaboración. Ella siempre fue el punto de partida). Ella juega a ser el personaje de Sophie Calle. Su vida se vuelve su trabajo y su trabajo se vuelve su vida. Ella se transforma simultáneamente en autora, narradora y personaje de sus propias acciones. Las reglas del juego son determinantes, le dan sentido a su existencia. Pero a cambio ella se deja ir y permite que las reglas del juego tomen control de su vida. Su vida se convierte en un performance permanente.

Tan sólo toma una casualidad para provocar una acción. Encontrar una agenda de teléfonos en la calle es una provocación, una excusa para contactar a cada una de las personas incluidas en ella con la intención de preguntarles sobre el dueño de la agenda. La idea de Sophie Calle es llegar a conocer al dueño de la agenda sin tener que fisicamente conocerlo. Ella se formará una idea de él a partir de la manera en que sus conocidos hablen de él. Es como construir un perfil sin forma. El juego es conformar un perfil de un vacío; El truco es llegar a conocer todo lo posible de una persona de manera tangencial. No hay necesidad de un encuentro, de conocerlo directamente. Su agenda se vuelve el dispositivo de conexión y el dispositivo de limitación. Sólo se hablará con las personas incluidas en la agenda, no con el dueño de la agenda.

¿Qué lleva a una persona a perseguir una tarea tan absurda a partir de una causalidad?

¿Es posible, qué como dice un critico de arte sobre Sophie Calle, que simplemente a ella no le gusta aburrirse? Pero si sus acciones son excusas para no aburrirse ¿en dónde esta la diversión en organizar una fiesta de cumpleaños donde los invitados se limitan al numero de años que la artista cumple? ¿porqué la artista disfrutaría guardar sus regalos (sin abrir) en una vitrina?

Me parece que hacerse las preguntas anteriores puede resultar inclusive más absurdo que las acciones mismas que las provocan. Ya que ninguna respuesta tendría sentido. Lo único que tiene sentido es la disposición de entrar al juego y respetar sus reglas sin importar la intención del juego. La intención del juego reside en el entrar al juego. Es el jugar con toda seriedad lo que le da placer.

Bajo ese espíritu, he incorporado a mi vida cotidiana un par de rituales que podrían parecer absurdos a la gente que necesita una razón lógica para hacer las cosas. Les comparto uno de estos rituales: Cada vez que viajo y me hospedo en un hotel, lo primero que hago al entrar al cuarto es tomar una foto desde la puerta hacia la cama y otra foto parado en frente de la ventana para captar la vista que el hotel tiene. Sophie Calle una vez logró conseguir un trabajo de mucama en un hotel con la intención de poder espiar en las pertenencias de los huéspedes. Si tuviera que explicar mis acciones diría que me interesa encontrar patrones en los cuartos de hotel, cómo siempre hay una mesa con una lampara al lado de la cama, cómo siempre hay una pantalla colgada del muro en frente de la cama. La fotografía de la ventana abierta es lo que hace a un cuarto de hotel particular. Todos los cuartos resultan muy similares, pero las vistas cambian completamente. También podría decir que simplemente disfruto tener una tarea cada vez que viajo, ya sea por trabajo o por placer. Dicha tarea le da un sentido al viaje más allá del propósito particular del viaje. Otro ritual que tengo al viajar es escribir una postal a mi mismo. La escribo en ingles, lo cual, en mi mente, hace que suene como si viniera de un extranjero. La postal consiste por un lado de un dibujo que yo mismo hago de algún sitio del lugar al que estoy viajando. Del otro lado, hago una lista de diez cosas del viaje que no me gustaría olvidar. Sophie Calle en una ocasión le pidió a su madre que contratara a un detective privado para que la siguiera. Sophie se dió cuenta cuando la seguían y a partir de ello se aseguro de darle al detective privado un día emocionante. Al final del día, Sophie se quedó pensando si le habrá caído bien al detective, si pensaría él sobre ella al día siguiente. A mi lo que me encanta es recibir mi propia postal un par de semanas después del viaje. Leerla me regresa al viaje y cumpliendo su intención, vuelvo a recordar las diez cosas que no debí olvidar del viaje.

Lo que encuentro admirable de Sophie Calle es su compromiso consigo misma. Ella ha decidido hacer de su vida un juego cuyas reglas ella misma va inventando con cada nueva acción. Eso me parece la formula perfecta para no aburrirse de uno mismo. Y ademas, en el camino, uno simultáneamente se va descubriendo de manera más profunda al mismo tiempo que se va inventando a uno mismo. Quizá la intención detrás de este tipo de acciones absurdas que se llevan a cabo con la seriedad de un ritual es al final de cuentas llevar a cabo un ejercicio con uno mismo - reinventarse para conocerse mejor y conocerse mejor para descubrir nuevos aspectos de uno mismo.