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Aprendiendo a moverse con gracia - aprendiendo de Bustier Keaton

Hay payasos que buscan la risa ajena sonriendo ellos mismos de manera exagerada. Keaton no era un payaso. Para Buster Keaton, la exageración le resultaba un truco vulgar de la comedia. Habiendo dicho eso, dice la leyenda que su padre le había cosido una agarradera de baúl al interior de su chaqueta para poder tomarlo de ahí y sacudirlo por todos lados cuando por un tiempo actuaron juntos en los escenarios del vaudeville. La esencia de Keaton era otra. Se le conocía como cara de piedra - stone face. Si uno recorre la extensa filmografía de Keaton uno nunca lo vera sonreír. Él consideraba que tomaba mucho más talento sacarle una sonrisa o una carcajada a la gente con una cara de absoluta seriedad que el hacer todo truco de gesticulaciones extrañas. Para él, era el cuerpo el que comunicaba. Cualquiera de sus películas comprueba su audacia corporal. Él no estaba en escena, él la recorría. Su cuerpo era tanto más elegante cuando estaba en movimiento. Su ocupación de escena era en movimiento - él era un hombre de acción.

Me imagino, que al escribir, dirigir y actuar sus películas la clásica frase de “acción” la tomaba de manera literal y en realidad lo ponía en una marcha imparable. Lo interesante y sutil de sus acciones es que él no era una persona atrabancada. Sus movimientos eran restringidos. Eso es, hasta que se veía involucrado, por no decir atorado, en un accidente. Keaton no buscaba problemas, él intentaba hacer tan sólo su trabajo. Pero parecería que los problemas lo encontraban. En sus películas, tornados lo siguen, ejércitos lo persiguen y casas se le escapan. Se podría decir, en el sentido Deleuzeano, que Keaton era un personaje problemático. No porque buscaba problemas, sino porque problematizaba las condiciones. Sus soluciones nunca eran para evitar el problema que lo confrontaba, sino se veía en la situación en donde incorporarse al problema era la única solución posible. Se podría decir que él era una pieza más de engranaje a una maquinaría de complejidades.

Imagínense la siguiente escena: La casa que Keaton ha construido, que fue un regalo de bodas, era una casa prefabricada que venia en una serie de cajas con instructivo para que fuera armada en sitio. La casa fue ensamblada por él mismo siguiendo, como era su costumbre, las reglas al pie de la letra. Lo que él no se dió cuenta es que un viejo contrincante le había cambiado los números de las cajas. Un uno se convierte en cuatro, un tres en ocho. Así es que cuando Keaton lee en el instructivo que la pieza ocho va encima de la siete, él, en realidad, termina poniendo la pieza tres encima de la siete. Así, la casa termina con un techo torcido, una puerta que abre al vacío y ventanas a alturas que no pueden ser abiertas.

Ahora imagínense la siguiente secuencia: Ya habitando la extraña casa, un tornado se aproxima y hace que la casa empiece a girar sobre su propio eje. Keaton, su esposa y todos sus invitados de boda son expulsados de la casa por el tornado. Keaton intenta volver a ingresar a la casa pero la puerta gira más rápido de lo que él puede correr. Se le ocurre, al perder el paso y tropezarse, que el barandal al cual se esta agarrando le puede servir como brazo de extensión para alcanzar la puerta. Pronto el mismo barandal se vuelve escalera y vemos a Keaton pasar de correr a escalar para finalmente lograr entrar a la casa por la puerta, en el segundo nivel, que daba a la nada. Todo esto ocurre en cuestión de segundos y Keaton no duda ni un segundo. Sus movimientos fluyen de uno a otro con la elegancia y precisión de una bailarina. Keaton nunca parece tener tiempo para reflexionar sobre una posible solución al problema. Él simplemente decide correr con el problema.

Como todo genio, Keaton hace que las cosas más difíciles se vean fáciles. Él baila, en el sentido de saber moverse a partir de los movimientos del otro, con el contexto. Inclusive, cuando uno llega a ver a Keaton interactuar con otra gente, la relación parece impersonal, distante. Es cuando él se ve conectado con alguna maquinaria - barco, tren, casa - que hace que dichos elementos se animen. Él baila con mayor agilidad con maquinas, y no por estar inertes, que con gente. El cómico del cine mudo se vuelve una pieza más de la maquinaria y en su conexión se construye una maquina/hombre nunca antes vista.

Como arquitecto, admiro particularmente la capacidad de Keaton para integrarse al mismo tiempo que alterar su contorno. Me parece que en ocasiones la arquitectura se piensa como una escenografía, un fondo pasivo a los eventos cotidianos. En oposición, Keaton, no nos muestra, ya que ninguna de sus acciones son artificiales, sino que encarna, con su propio cuerpo, al Homo Ludens de Johah Huizinga. Keaton se involucra con todo lo que lo rodea y así termina transformando su contorno. Keaton es pura acción; Keaton es un agente del habitar. No habita por habito, sino hace del habitar una acción consciente. Con Keaton, como con nadie más, habitar asume su rol de verbo. Keaton habita su contorno en cuanto a que lo transforma y se ve transformado por él. Con Keaton, hay co-habitación - cuerpo y arquitectura. Me imagino que nuestro contorno, tanto como nuestra arquitectura, se volvería más divertida, más educativa y más compleja, si la diseñáramos no para gente pasiva sino para a-gentes activos como Keaton.