interferencia

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aprendiendo a extraer - aprendiendo de Matta-Clark

Aterricé en la Ciudad de México al inicio del año 2000 con tan sólo mi diploma de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Texas en Austin y con todas las ansias por comenzar mi carrera profesional. Ya habían pasado catorce años desde que no vivía en la que en ese momento se consideraba la ciudad más poblada del mundo. Debo admitir que me sentía abrumado. No solo por la cuestión general de cómo comienza uno su practica arquitectónica sino también por la cuestión de cómo comienza uno a intervenir una ciudad que parecía ya no tener espacio para más intervenciones. En momentos así, cuando estoy a punto de entrar en pánico antes de siquiera actuar, me fuerzo a tomar acción. Huyo del parálisis poniéndome inmediatamente en acción. Así es que si la Ciudad de México parecía no tener espacio para mí y mis intervenciones, intervendría la saturación misma. De ahí surgió mi proyecto de Prótesis Urbanas, de aproximar la ciudad como un cuerpo atrofiado por su misma corporalidad. Mi intención, entonces, sería agregar estructuras a la ciudad que la deformaran, que de cierta manera la hicieran perder corporalidad. Cómo llegar a ello me tomaría años, pero nunca años de reflexión, sino años de acción. Abandonaría cada vez que pudiera estructuras efímeras en el espacio público con la intención de que su condición informal y vaga abriera lo que Gilles Deleuze definiría como una linea de fuga en donde las cosas dejan de operar como se tenía originalmente intencionado y se encontrara, en la misma experimentación, una alternativa operativa. Pero eso en sí es otra historia. Este texto no trata de mi proyecto de Prótesis Urbanas. Solo lo saco a colación porque fue en vía a desarrollar dicho proyecto que me vi en la necesidad de buscar otras practicas cuya intención fuera activar el espacio a través de poner en crisis la condición espacial misma del espacio. Entre ellos descubrí a Santiago Cirugeda, a Krzysztof Wodicsko y Allan Wexler. Cada uno de ellos se merecería su propio texto ya que cada uno de ellos ha sido de enorme influencia en mi postura sobre la informalidad como táctica para activar el espacio público. Y quizá adelante encuentren textos dedicados a ellos exclusivamente. Pero eso también es otra historia. La historia que le corresponde a este texto es la historia en la que Gordon Matta-Clark me hizo perder el balance. Todo en lo que yo parecía pararme encima para tomar una posición firme en cuanto a mi discurso profesional  se vería desmantelado por Matta-Clark.

Descubrir el trabajo de Matta Clark fue como recibir un impacto que abría una grieta en mi visión arquitectónica y por lo tanto en mi postura hacia el espacio. Fue en el año en el que nací, 1974, que Matta-Clark llevó a cabo su proyecto de Splitting. Yo no me enteraría de él hasta que terminar la carrera. Hay que entender que al salir de la universidad yo tenía la noción de que la casa era el espacio donde el concepto de hogar tomaba lugar. Pero ahí estaba Matta-Clark literalmente cortando una casa en dos. Dicha incisión, hería mis sentimientos. Para mí, la casa era el refugio inquebrantable en donde la intimidad se veía resguardada. Matta-Clark rebanaba una casa por tan solo unos centímetros de ancho. Era difícil de percibirla en las primeras fotos que vi de Splitting. Una breve línea blanca entre el techo negro era la marca más visible en la fotografía. Mi percepción general sobre la noción de la casa se había abierto y ahora había una herida. La casa, en términos generales, ya no me parecía tan segura ni tan estable. Encontré fotos del artista colgado entre la estructura con una sierra en la mano mientras iba trazando una linea recta que atravesaría todos los elementos constructivos. Era como si se hubiera generado una superficie vacía entre las dos mitades la casa. Otras fotos, tomando la técnica de David Hockey conocida como Joint Photography, ensamblaba dos fotografías inclinadas en diagonales opuestas donde el único punto de contacto entre ellas era esa linea que partía la casa en dos. Las imágenes me parecían enigmáticas. Era como estar siendo testigo del momento justo en que uno deja de creer ingenuamente en una noción absurda. No podía dejar de observar dichas imágenes. Luego me enteré que Matta-Clark había quitado una hilera de Block en el basamento de la casa para permitir que la casa se separara completamente. La incisión ahora era evidente. La linea delgada que antes parecía tan sólo separar la superficie negra del techo ahora era una rebanada diminuta de pastel. El corte fue parejo. Cortaba por escaleras, por ventanas, entre pisos y hasta el ático. En realidad, me parecía todo un acto absurdo. Quizá por ello que me cautivaba tanto. Ahí estaba yo, un recién graduado de la escuela de arquitectura con toda la ilusión de comenzar a construir y la imagen que más me cautivaba era una imagen de destrucción. ¿Qué magnetismo permitía esa contradicción?

Hay algo en las extracciones de Matta-Clark que van mas allá de la destrucción. Me parece que cuando el artista hace una apertura, por más agresiva que nos pueda parecer, él no sólo esta quitando materia sino que está clarificando la materialidad de la ausencia. Sus acciones - que es como se deben de entender y no como instalaciones (ya que no hay nada que haya llegado a instalarse, al contrario, él des-instala) - revelan de manera autobiográfica el proceso mismo de su acción. Ellas muestran la ausencia en cuanto a que notamos toda la materialidad que rodea ese vacío. De pronto, sus perforaciones toman volumen, adquieren profundidad. Matta-Clark sospecha de la superficie y pone en crisis su condición limite. Al incidir las superficies arquitectónicas, el artista nos muestra la profundidad que ellas contenían. El espacio se vuelve profundo. Su extracción toma forma, adquiere corporalidad. Ellas mismas muestran, en su cicatriz, de qué y cómo están hechos. Las acciones de Matta-Clark ,de cierta manera, permiten a los edificios mostraste a si mismos; ellos, a través de las intervenciones del artista, hacen visible su propia materialidad; Se vuelven autobiográficos. Se exponen a si mismos.

Me parece que el trabajo de Matta-Clark, opera bajo la sutileza de una mirilla, aparato óptico diminuto que nos permite ver la expansión del espacio.  Así, diría yo que lo que más admiro del trabajo de Matta-Clark es su subversión. En sus palabras:

I plan to inscribe … long slivers of liberated space.