Mi sueño ha sido tener un jardín propio.
Ahora que cuento con la tierra,
Me doy cuenta que no consideré
La longevidad del compromiso.
No tengo un plan específico.
Voy plantando con el capricho del momento.
No busco tanto armonia,
Sino una vitalidad de lo salvaje.
Cada semana agrego nuevas plantas,
Nunca suficientes para notar diferencia.
Anhelo la temporada de lluvias, esperando
un empujón al lento crecimiento.
El romero salvaje, la citronela y las tibuchinas
Parecen contentas enraizando profundamente.
La lavanda, la salvia y el hipérico
Se resisten con apatía natural.
Desde la ventana intento captar un cambio.
Salgo a acariciar algún brote prometedor.
Así espero que el jardín, finalmente
Me enseñe la virtud de la paciencia.